miércoles, 30 de julio de 2008

AGREGA. HERRAMIENTA DOCENTE

Tenemos una nueva página con contenidos digitales, muy válida para los profesores y los alumnos.

1.- ¿Qué es AGREGA?


2.- ¿Qué puedo hacer con AGREGA?

lunes, 28 de julio de 2008

PREGUNTAS SIN RESPUESTAS (silencio)

Escuchar estas dos bellas propuestas musicales, cantadas por Decian Galbraith. Un niño con una voz prodigiosa. (QUIZÁS TE MUEVAN A REFLEXIONAR...)

DIME POR QUÉ...???
Las preguntas siempre son muchas, pero...alguien podrá encontrar alguna respuesta...



El sufrimiento de los niños, nos habla del fracaso en el que caminamos. Seremos alguna vez los humanos, capaces de inundar de alegría y paz cada rincón de este planeta...

LOS NIÑOS NECESITAN LÍMITES FIRMES (Si bemol)

Cada vez son más numerosos los padres de niños muy pequeños (de 3 a 5 años) que se quejan porque no saben qué hacer para controlarles, que sus hijos no les obedecen, y que se enfrentan a muchas situaciones en las que los niños se comportan como pequeños tiranos que mandan sobre sus propios padres. Y se preguntan: ‘Si hacen esto ahora, ¿qué no harán cuando tengan 15 años?’

Muchos de estos casos están reflejando un problema educativo muy frecuente en nuestros días: la dificultad de muchos padres para poner límites firmes y eficaces a sus hijos desde sus primeros años. Poner límites a los niños es fundamental, no solo porque así la convivencia es más armónica sino también porque los niños son los primeros interesados y beneficiados de que se les marquen unas normas que, además de infundirles seguridad, les van a permitir adaptarse mejor a las normas y límites sociales en su vida social y adulta.
Uno de los errores que pueden cometer algunos padres es el de establecer “límites blandos”, como los denomina R.J. MacKenzie en su obra “Poner Límites. Cómo educar a niños responsables e independientes con límites claros”.

Este autor caracteriza los límites blandos como “Cuando NO significa SI, A VECES, o QUIZÁ”. Es decir, le estamos diciendo ‘No’ al niño, pero al no hacerlo con firmeza, el resultado es que el niño sigue portándose mal, no obedece, discute, etc.
Un ejemplo cotidiano y muy común del establecimiento de un límite blando es cuando los padres tienen que repetir una y otra vez las cosas al niño y hasta que no le dan un grito, éste no termina de hacerles caso.
Establecer límites firmes no significa emplear castigos u otros métodos punitivos sino, al contrario, actuar con serenidad pero con firmeza y de manera consistente.

Estos consejos para establecer límites firmes están inspirados en la obra de dicho autor:
1- El mensaje o la norma debe centrarse sobre la conducta:
Si queremos que un niño haga o deje de hacer algo hay que decírselo con claridad, centrándonos en lo que queremos que haga o deje de hacer, es decir, en la conducta en cuestión, no en la actitud o en la valía del niño. Por ejemplo, si el niño nos interrumpe cuando estamos hablando con otra persona habría que decirle “Espera a que termine de hablar” o “No me interrumpas cuando hablo con otra persona”, en vez de “No seas pesado” o “Compórtate como un niño mayor”.
2- Ser lo más concretos posible, es decir, ir al grano: A la hora de establecer el horario de llegada a casa de un adolescente habría que concretar, por ejemplo: ‘Vuelve a casa antes de las 10’. No sería adecuado el mensaje ‘Vuelve pronto’ o ‘No llegues tarde’.
3- Hablar con calma, no hace falta gritar: Dar las órdenes o instrucciones en un tono de voz normal puede trasmitir más firmeza que dar un grito, que sólo significa que se empieza a perder el control en uno mismo.
4- Si es necesario, fijar la consecuencia que traerá consigo el incumplimiento de la norma o límite: En el ejemplo anterior del horario, si pensamos que el adolescente puede saltarse la norma sería bueno el recordarle la consecuencia: ‘Ya sabes que si llegas más tarde de las 10 el próximo sábado no podrás salir’.
5- Y lo más importante: actuar en consecuencia. Un límite es firme si siempre lleva aparejada la consecuencia. La consistencia es el punto más importante del establecimiento de límites: cuando el niño sabe que siempre sus padres actúan como han acordado, tendrá en cuenta la norma y la respetará.

MODELOS DE APRENDIZAJE (Lento)

El aprendizaje vicario, propuesto por Albert Bandura, ofrece una explicación interesante acerca de cómo se aprende a través de la observación y la imitación del comportamiento de otras personas.
No existe la TEORIA, con mayúsculas, que nos explique toda la complejidad del aprendizaje. De hecho, la metáfora del ser humano que parece un prisma de mil caras, es cierta en el ámbito de cómo se aprende a ser, cómo se aprende a convivir en familia y a vivir dentro de una determinada cultura.

Uno de los conceptos más interesantes expuestos por Albert Bandura, es la distinción entre el aprendizaje activo (aquellos conocimientos que se adquieren al hacer las cosas; y el aprendizaje vicario, que es aprender observando a los otros. Por el solo hecho de ver lo que otros hacen y las consecuencias que tienen por su comportamiento, se aprende a repetir o evitar esa conducta. Lo que propone es que no todo el aprendizaje se logra experimentando personalmente las acciones.

Bandura también dice que al ver las consecuencias positivas o negativas de las acciones de otras personas, las llevamos como si fueran nuestra propia experiencia en otras circunstancias.

Son muchos los ejemplos de cómo los niños observan e imitan a sus padres y aprenden de lo que les sucede a sus hermanos, cuando éstos son regañados o premiados, y entonces rigen su actuación con base en sus observaciones.

Así se aprenden los valores y las normas sociales —que son adecuadas o no según cada cultura—, cómo manejar los impulsos agresivos, cómo prestar y compartir las cosas, por mencionar sólo unos ejemplos.

Este aprendizaje por observación e imitación se da toda la vida, pues siempre hay personas que conocemos, admiramos y de quienes aprendemos.

viernes, 25 de julio de 2008

EL NIÑO REY. (¿QUIÉN LLEVA LA BATUTA?)

Juristas, psicoanalistas y psiquiatras no dejan de alarmarse ante el fenómeno del niño rey, tan frecuente hoy en día. "Veo a padres totalmente desesperados que acuden angustiados a mi consulta con pequeños de tres años que no pueden controlar. Cuando le pregunto a la criatura ¿Sabes por qué estás aquí?, la respuesta estalla: Porque no quieren hacer lo que yo quiero..." La anécdota la contó la psicoanalista Arlette Garih, del hospital Cochin-Port-Royal en París, en una conferencia organizada el pasado 4 de junio por el Comité Nacional de la Infancia que se titulaba El niño Rey o la perversión de los derechos del niño.
Es un tema de actualidad en un mundo donde adultos, jóvenes y menos jóvenes han desterrado el modelo educativo tradicional para entronizar el laisser-faire (dejar hacer). Han borrado la necesidad de poner límites estructurales a sus hijos y les han transformado en pequeños tiranos. Para esta psicoanalista, muchos padres han perdido el buen sentido y se sienten totalmente desorientados. "No digo que no a mi hijo porque si él no lo acepta no sé qué decirle", se oye con frecuencia en mi consulta.
"Las reglas de la educación han cambiado de tal manera en el último medio siglo que los adultos no saben ya a qué sistema referirse", analiza Marie de Chambure, jurista y madre de dos niños. "Inundados de informaciones diversas, es decir, contradictorias, sobre la educación, están desamparados. Muchos relatan jornadas arruinadas por conflictos permanentes a propósito de todo: comidas, paseos, noches...". La vida se vuelve imposible en casa y también fuera de ella, en la calle y en la escuela.
Se culpa al mayo del 68 y su rechazo de la autoridad, a un psicoanálisis mal digerido, a los divorcios precoces, a las familias monoparentales, a la televisión que difunde la búsqueda del placer inmediato, a la falta de tiempo de padres y madres, que apenas tienen ganas de conflictos cuando regresan a casa por la tarde. "Agobiados por la culpabilidad de no poder hacer muchas cosas, sufren también por no dedicar tiempo a los hijos y pierden confianza en sus capacidades educativas". Por su parte, el niño nota enseguida las carencias y se aprovecha de ellas para imponer su voluntad. "No pide, exige. Sus elecciones son ilimitadas y contradictorias. Los adultos están a su disposición".
Para la psiquiatra Maurie Bérengère de Chouly, "hablar del niño rey es hoy casi un pleonasmo". Recuerda la existencia de una fase de oposición normal entre los dos y tres años de edad, correspondiente a la aparición de la consciencia de sí, durante la cual el niño va a querer imponer sus deseos; pero añade que también existe en paralelo la consciencia de los otros y en particular de los padres y educadores, que pueden poner o no límites a esta sensación de omnipotencia.
Pero ¿Cómo se pasa del niño rey al niño tirano? Por parte de los adultos, se dan errores de apreciación frente a la agresividad de su pequeño demonio, del tipo "sabe defenderse sólo" o "esto se le pasará con la edad". O por una tendencia a psicologizar estos comportamientos difíciles y a formular preceptos educativos demasiado generosos, o sea, laxos. "No le frustro porque no quiero que sea un desgraciado", se dice. "Estos padres evitan cualquier conflicto en un panorama de impotencia y capitulación".
Por parte de los niños, esta toma del poder adornada de cólera y de chantajes afectivos es seguida de una fase de mimos reparadores durante la cual intentan hacerse perdonar. Todo ello haciéndose regularmente las víctimas en cuanto alguien se opone a ellos.
Par la jurista Marie de Chambure, "educar a un niño tiene un precio que algunos adultos no quieren o no pueden pagar. Eso requiere tiempo, coraje y no sustraerse a los conflictos. Educar a un niño es también no dudar en contrariarle ni en saber afrontar su ira. "Es esencial que los padres reaprendan el valor de los límites y las prohibiciones".

Artículo literal publicado en DIARIO MÉDICO. "Recortes de prensa"; publicado a su vez en el periódico parisino: "LE FIGARO".